lunes, 8 de abril de 2013

Enfrentado a nuestros demonios


El monje tibetano se encontraba meditando acerca de la corriente espiritual cuando escucho el ruido. Inmediatamente se levanto y dirigió su mirada hacia el bosque, lugar donde provino ese estridente sonido. Un sudor frió le recorrió la nuca hasta la espalda ¿Que seria?
- Bodhisattva, guía mis pasos- murmuro fervorosamente el monje y tomando una espada, no sin cierto temor, se encamino al bosque. Mientras bajaba las escaleras podía sentir la oscura presencia de un ser maligno que acechaba entre los arboles. Cuando sus pies tocaron el suelo, la hierva húmeda y fría le proporciono cierto alivio. El monje se adentro al bosque con cuidado mientras los sonidos de sus pasos resonaban y causaban eco entre las hojas de los arboles. Había un silencio sepulcral, ni los pájaros cantaban a pesar de que el sol ya había salido ni el viento susurraba entre las copas de los arboles.

De repente, el mismo ruido volvió a a sonar y esta vez mas atronador que antes y el monje sintió como los músculos de su cuerpo perdían fuerzas ante el miedo, un temor a lo desconocido. Siguió caminando hasta que se detuvo en frente un matorral. Algo le decía que detrás de ese conjunto de hojas se ocultaba algo empero aun se mantenía suspicaz.
- Ayu...da- un pequeño murmullo se escucho entre las hojas del matorral. Una respiración entrecortada y forzada preocupo al monje y sin importarle su bienestar o seguridad se adentro dentro del matorral. Las espinas hicieron destrozos en su ropa y su piel pero el no le importo, había dejado caer su espada por la preocupación que lo había invadido. Lo que encontró al otro lado fue algo indescriptible. Un gran charco de sangre que abarcaba toda la hierva y dos cuerpos, unos de ellos respiraba y el otro era una masa deforme en que se le podía apreciar dos grandes agujeros. El monje se apresuro hacia el hombre herido y vio que tenia un gran corte desgarrador que adornaba su pecho.
- Calme y trate de no respirar mucho- le aconsejo el monje mientras se rajaba sus vestiduras para vendarle las herida que sangraba copiosamente. El hombre tenia el cabello del color blanco y poseía una mirada profunda y cansada. Cuando el monje comenzó a aplicar el vendaje, el herido  le apretó con fuerza su mano monje lo miro.
- ¿Esta muerto?- pregunto el herido casi sin aliento haciendo referencia al segundo cuerpo que descansaba a su lado. El monje se aventuro a tocar la masa deforme y descubrió con espanto que era un perro de dos cabezas con ojos cubriendo su cuerpo por doquier. Había escuchado rumores acercas de la existencia de demonios que adaptaba formas mundanas y que siempre rondaban por los lugares mas apartados del mundo pero eso era algo muy fuera de lo natural.
- Si esta muerto- le respondió el monje y el herido sonrió antes de desmayarse.
...
El hombre de cabellos blancos  abrió los ojos con debilidad y descubrió que estaba vendado y curado. Hizo un esfuerzo para reincorporarse de la cama y observo a su alrededor. Estaba dentro de un cuarto oscuro y la única iluminación era una pequeña vela. Reviso a su alrededor en buscas de sus pertenencia sin tener mucho éxito.
- Reze toda la noche para que te recuperaras- dijo una voz y el monje se revelo entre las penumbras con una taza de te en la mano. 
- Ten, toma esto- le brindo la bebida caliente al herido- te ayudara a sanar mas rápidos tus heridas. 
El hombre lo miro con recelo pero después tomo la taza y bebió. El monje noto que su paciente poseía un collar con una piedra preciosa de color escarlata.
- Muchas gracias pero mi dolor no es superficial- le dijo el hombre de cabellos blancos
- Eso ya lo note- respondió con calma el monje- ¿Cual es tu nombre?
- Dante- murmuro el herido- ¿Y el suyo?
El monje sonrió y le ayudo a arroparse mas con el manto. Sin duda alguna, Dante no era alguien normal.
- Mis padres me llamaban Wong Shu de  pequeño- repuso el monje- Pero mis actuales compañeros y el mundo entero me conocen como el Dalai Lama .
Dante observo a su cuidador por varios segundos antes de darse cuenta de la importante figura que era en realidad.
-¿ Que es lo que buscas por estos alrededores, joven Dante?- pregunto el Dalai Lama
- Busco poder enfrentar a mis propios demonios, hacerle frente a mis peores miedo y encontrar el motivo por el cual estoy en este mundo. Yo me encontraba recorriendo el mundo por 10 largos años en buscas de esas respuestas sin ningún resultado... ¿Usted me puede ayudar?- dijo esto ultimo en tono de suplica. El monje suspiro y con un soplido apago la tenue luz de la vela.
- Me temo que no puedo ayudarte a encontrar esas respuestas pero te voy a proporcionar los medios para que tu puedas lograr llevar a cabo tu cometido. Hasta ahora descansa que aun no te has recuperado.
El Dalai Lama observo como Dante iba sumiéndose en un profundo sueño. La idea de ayudar a un ser humano a encontrar las respuestas que la misma vida no le ha dado le parecía una labor sagrada que debía
 llevar a cabo

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